Como lo hizo el Papa que puso en el centro a las periferias del mundo, predicando desde los márgenes y denunciando a los grandes poderes concentrados, la militancia de la ciudad más rica del país se convocó en uno de los rincones olvidados por el gobierno porteño, el barrio Padre Rodolfo Ricciardelli (ex Villa 1-11-14). El barrio que cambió la denominación arbitraria impuesta por la última dictadura cívico militar para pasar a llamarse como uno de los fundadores del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo.
La jornada consistió en el arreglo de uno de los espacios comunes del barrio, lugar de encuentro por excelencia de los pibes y las pibas del Bajo Flores: la canchita Madre del Pueblo que se encuentra al lado de la parroquia. Entre todos se logró limpiar los alrededores de la cancha, sacar los escombros, pintar las gradas y las líneas de juego, restaurar los arcos, arreglar las puertas y rejas.
Además, se montaron una posta de salud, una feria de ciencias y actividades para niños y niñas.
El Padre Eduardo, uno de los párrocos de la iglesia Madre del Pueblo bendijo el mural que retrata el encuentro en el que Maradona le entregó la camiseta con el número 10 al Papa Francisco. En su bendición nos convocó a vivir la vida como nos enseñaron Francisco y El Diego, siempre con humildad y con los pies en la tierra, con esa forma de ser del pueblo argentino que nos llena de orgullo y nos hizo grandes en el mundo entero.
“En un mundo que nos propone cada vez más individualismo, la solidaridad es un acto de rebeldía. El mensaje de Francisco en ese sentido era muy potente y por eso queremos tomarlo y pasar de la palabra a la acción, como enseñaba él”, expresó Lucía Cámpora, secretaria general de la organización, desde la jornada en Barrio Ricciardelli.
De la jornada también participaron SMATA, SITRAJU, Peronismo Militante, Nuevo Encuentro, Patria Grande, Peronismo por la Ciudad, El Hormiguero, Unidos y Organizados, Militancia Popular, Buenos Aires 3D, Kolina y muchos vecinos y vecinas que tomaron gratamente la iniciativa de refaccionar la cancha donde juegan sus hijos e hijas.
La palabra de Francisco nos convoca a ser más que nunca militantes; con una prédica que es, ante todo, un llamado a la responsabilidad. Nos invita a salir del ensimismamiento individual, de la fugacidad y la ansiedad de las redes y encontrarnos con otros para transformarnos nosotros mismos y transformar la realidad.
La palabra de Francisco vuelve al barrio en la solidaridad de la juventud que se organiza, que pone el cuerpo y el tiempo para la felicidad del pueblo.