Militancia

Ley de Centro de Estudiantes

Cristina está presa por organizarnos

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Se cumplen doce años de la sanción de la norma que nos reconoció a los pibes y pibas como sujetos políticos y dió un marco legal a lo que ya veníamos haciendo: organizarnos para transformar nuestras escuelas, defender nuestros derechos y construir comunidad.

por La Cámpora Secundarios
3 jul 2025

En una escuela cualquiera, bien temprano, un grupo de pibes arma una mesa para estar a disposición de sus compañeros y compañeras. Pegan un cartel que dice: “El mejor lugar para la juventud es la política”. El director ya se los arrancó dos o tres veces esta semana, pero ellos vuelven, lejos de rendirse, y el cartel sigue reapareciendo. Se ponen la remera de la agrupación, con la mística y el orgullo que nos generan las remeras que pasaron mil batallas, reparten volantes, anotan ideas en un cuaderno, piensan una jornada, un torneo, un taller, y preparan la asamblea de la tarde. En esa asamblea discutirán cómo enfrentar la falta de calefacción que hace que las aulas sean un frío obstáculo, mientras los directivos dilatan respuestas y se escudan en burocracias. La ley que debería proteger su derecho a organizarse parece cada día más lejana, pero ellos no bajan los brazos. Lo hacen en los recreos, en el aula, después de clase.

Para muchos y muchas, el Centro de Estudiantes es el primer espacio donde entendemos que la política es la herramienta que puede transformar la vida de la gente. Con organización, compromiso y amor por lo colectivo, se puede transformar lo injusto, acompañar lo que duele y hacer comunidad. Es un lugar para volcar sueños, para encontrarse en estos tiempos de individualismo, para ser rebeldes y pelear por lo que creemos. Se aprende que para cambiar las cosas, para mejorarla y para reducir el margen de error es necesario participar.

Hace doce años, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, se sancionó la Ley 26.877 de Centros de Estudiantes. Una ley que nos reconoció como sujetos políticos, que dió un marco legal a lo que ya veníamos haciendo: organizarnos para transformar nuestras escuelas, defender nuestros derechos y construir comunidad. Una ley que repone el vínculo de la política con los pibes, que les manda un mensaje: el Estado reconoce su aporte a la sociedad. Pero no sólo eso. La Ley es una reivindicación a todos los pibes y pibas que dieron su vida en la Noche de los Lápices: muchos peleamos mucho para que sea un derecho, y fue la voluntad de una militante de esa generación la que nos dió un reconocimiento al lugar de los pibes en la política.

Hoy, Cristina está presa. Condenada por un Poder Judicial servil, empujado por el odio de un presidente sin pueblo y los intereses de los verdaderos dueños del país: los Magnetto, los Caputo, los Rocca. Cristina está presa por haber ampliado derechos, por haber puesto a los pibes en el centro de la política y por habernos incorporado a la transformación de la Argentina. Está presa por habernos dado esta ley.

Porque a la derecha no le molesta una figura, le molesta el proyecto. No soportan que los secundarios sigamos organizándonos como símbolo de rebeldía, que no compremos su modelo de soledad y meritocracia. Que en lugar de odiar la escuela, nos apropiemos de ella, que nos pasemos horas ahí adentro, que tengamos ganas de discutir desde el modelo educativo hasta el modelo de país. Que en lugar de scrollear sin sentido, nos sentemos a debatir qué país queremos.

Cristina está presa por haber ampliado derechos, por haber puesto a los pibes en el centro de la política y por habernos incorporado a la transformación de la Argentina.

Magnetto quiere pibes solos. Cristina construyó pibes organizados. El mafioso del mayor monopolio mediático, que se sienta sobre toneladas de papel prensa machado de sangre y millones de dólares, trabaja día y noche para que no haya más centros de estudiantes que disputen el criterio de cada pibe y de cada generación. Pero no puede con esto: una mesa en el recreo, un taller con los primeros años, una jornada solidaria, un centro de estudiantes que discute cómo hacer de la escuela un lugar mejor. No puede, porque ese es el país que Cristina soñó y que los pibes seguimos construyendo.

Nos quieren tristes, frustrados, con miedo. Pero respondemos con organización, con alegría, con ternura y mucho coraje. Nos quieren sin futuro. Pero el futuro somos nosotros, y lo estamos militando todos los días.

Porque es el patio lleno de carteles, la primera asamblea con nervios, el miedo y la emoción del primer discurso frente a tus compañeros, las pasadas aunque los directivos no quieran. Es el abrazo cuando una jornada sale bien, la rifa que se arma para que un pibe no deje la escuela, el grupo que se queda después de hora organizando un festival, la bronca que se transforma en propuesta, la alegría de sentirse parte de algo más grande que uno mismo.

Y si Cristina está presa por habernos dado esta herramienta, entonces no queda otra que redoblar la apuesta. Vamos a militar con más fuerza, con más ternura y con más decisión. Hasta que no quede una sola escuela sin centro de estudiantes, hasta que la organización estudiantil sea la respuesta al ajuste, hasta que nadie más se atreva a perseguir a quien le devolvió la esperanza al pueblo. 


Queremos a CRISTINA LIBRE. Amor por la Patria, solidaridad y unidad estudiantil para lograr cosas.