Peter Lamelas, designado por Donald Trump como próximo embajador en Argentina, expresó, sin pelos en la lengua, que uno de sus roles en nuestro país será asegurarse que “Cristina Fernández de Kirchner reciba la justicia que se merece”, al mismo tiempo que le agradeció al senador ultraconservador Ted Cruz por ser uno de los primeros en “señalar y pedir sanciones” contra la compañera.
Con palabras que huelen a una doctrina que tiene más de 200 años de historia, Lamelas demostró que no viene a hacer diplomacia, sino que viene en carácter de operador político extranjero que busca tutelar la soberanía argentina y ser el brazo ejecutor de un lawfare internacional digitado desde Estados Unidos.
Cuando Cristina decía, en 2014, que “si me pasa algo, miren hacia el norte” dejaba más que clara la vocación injerencista y extorsiva de Estados Unidos, que se plantea con mayor o menor fuerza según el gobierno, pero que siempre está presente. Peter Lamelas todavía no llegó a nuestro país y ya pidió que la justicia siga siendo efectiva en perseguir y atacar a la principal líder de la oposición, ya que “hay un movimiento en curso, que incluso está muy a la izquierda, probablemente más a la izquierda que el movimiento peronista. Y eso es algo con lo que necesitamos seguir teniendo cuidado”
Cristina Fernández de Kirchner no es solo el blanco de sus ataques: es el símbolo del tipo de liderazgo que Washington quiere extirpar del continente. Un liderazgo que no se arrodilló cuando ellos esperaban obediencia.
Lo que está ocurriendo en Brasil lo confirma: Trump amenazó con subir un 50% los aranceles en represalia por el fallo de la Corte Suprema contra Bolsonaro, en la causa por el intento de golpe de Estado en enero de 2023. ¿El mensaje? No nos importa ir en contra de la soberanía de cualquier país. Vamos a hacer lo que creamos necesario para garantizar nuestros intereses económicos y políticos.
Como si fuera poco, Lamelas también criticó el sistema federal argentino porque “le da mucha autonomía a las provincias” para negociar con agentes externos y afirmó que los gobernadores son susceptibles de caer en actos de corrupción, por lo que su rol será viajar a las provincias para evitar acuerdos con China. ¿Además de tener alquilado el poder judicial, pretenden extorsionar a las provincias?
Pero el intervencionismo no termina ahí. En su intervención, se alineó explícitamente con Javier Milei —a quien llamó “amigo del presidente Trump”— y prometió “apoyarlo hasta las elecciones de medio término y el próximo período”. Igualito a Kristalina, titular del FMI, cuando dijo que los argentinos debíamos votar bien.
Y cuando le preguntaron por su posición respecto a la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, expresó que "Las islas son un tema que Estados Unidos no reconoce la soberanía ni de Argentina ni del Reino Unido", queriendo establecer una posición de neutralidad que en realidad demuestra complicidad con el colonialismo británico.
Frente a una Argentina endeudada, Estados Unidos está utilizando todas sus herramientas para someternos aún más: con el FMI nos imponen un modelo económico de miseria planificada, con Lamelas nos quieren imponer las decisiones del Poder Judicial, y con su apoyo explícito a Milei, pretenden tutelar nuestra vida política como si fuésemos una colonia.
Argentina no necesita ni tutores ni comisarios ideológicos. Necesita respeto por su democracia y por sus instituciones. Respeto por su soberanía sobre las Islas Malvinas, la cual este falso diplomático niega explícitamente. Si Lamelas representa algo, no es el diálogo entre naciones soberanas, sino un intento de subordinación inaceptable, para condicionar nuestros procesos políticos y disciplinar a nuestras democracias, como ya tienen disciplinado a los jueces y fiscales que van a festejar los 4 de julio en su embajada y tienen proscripta a Cristina.
Ayer, Braden o Perón.
Hoy, Lamelas o Argentina.