Editorial

13 de abril

Lealtad a Cristina

IMG 20250413 WA0043

Hace nueve años las grandes corporaciones de nuestro país realizaron su primera gran embestida judicial coordinada contra Cristina, creyendo que la amedrentarían y, disminuida, dejaría a Mauricio Macri la vía libre para imponer las reformas que esos mismos poderes anhelaban hace tiempo. Estaban equivocados: Cristina no se achicó.

por La Cámpora
13 abr 2025

Definió una estrategia política, que entonces se llamó “frente ciudadano” y, al año siguiente, se puso al hombro la campaña, a pesar de quienes le reclamaban una jubilación anticipada y que se corriera del centro en nombre de una supuesta renovación del peronismo.


Gracias al coraje y la claridad de Cristina nuestra fuerza política pudo armar de nuevo. Ese acto de rebeldía se convirtió en la piedra basal de la victoria del 2019 en primera vuelta. Ese acto de rebeldía, como la lealtad misma, se construyó “a dos puntas”. 


Porque el 13 de abril Cristina no sólo propuso un rumbo para el peronismo sino que el pueblo peronista decidió ir a su encuentro. Muchas veces nos habíamos movilizado antes; para celebrar conquistas, para empujar peleas, para solidarizarnos frente a tragedias y hasta para despedirnos, siendo ella presidenta.

Pero ese 13 de abril fue la primera vez que nos movilizamos sin chances objetivas de pedirle a Cristina que nos resuelva la vida.

El pueblo peronista el 13 de abril recordó al mundo su vocación de Justicia.


La movilización del 13 de abril se construyó corazón a corazón, desde cada barrio, donde la militancia se rebeló contra toda posición expectante. No dijo “a ver cómo se defiende Cristina de ésta, a ver si me convence, a ver si sigue colmando mis expectativas”. El pueblo peronista se rebeló contra la posición expectante y abrazó la posición militante: construimos la defensa de Cristina, explicando, debatiendo, convocando, organizando y, finalmente, movilizando y escuchando. La rebeldía mutua, la lealtad mutua, nos encontró el 13 de abril en Comodoro Py; hicimos la caravana e hicimos justicia al poner a Cristina en el lugar que le toca en la historia: el de la conducción. 


Las circunstancias son hoy muy distintas; pero pertenecen al mismo ciclo que se inauguró con el triunfo electoral de Macri en 2015 y que el gobierno del Frente de Todos no pudo cortar; una avanzada feroz de las grandes corporaciones sobre los derechos y las condiciones de vida de nuestro pueblo, mientras persiguen con saña a quienes representan las mejores conquistas de la Década Ganada. 


Bajo la presidencia de Alberto Fernández, el lawfare no paró de profundizarse. En 2022, luego de que un fiscal amigo de Macri pidiera doce años de prisión para Cristina en una causa inventada, el gobierno macrista de la Ciudad de Buenos Aires decidió encerrarla en su casa con un dispositivo de seguridad que no fue tolerado por nuestro pueblo, que lo desbordó con manifestaciones de apoyo y afecto.

Fue entonces que un asesino, vinculado a grupos financiados por la familia Caputo, intentó matar a Cristina.

En un caso que se revuelve aún en la impunidad, con irregularidades, omisión y destrucción de pruebas evidentes y demoras que el Poder Judicial solo se toma cuando Cristina es víctima, pero que reemplaza por una celeridad asombrosa y repleta de arbitrariedades cuando la tiene como acusada.


Así lo expusieron cuando en diciembre de aquel año un tribunal compuesto también por íntimos y socios de Macri la condenó a seis años de cárcel e inhabilitación perpetua por la causa fake de “Vialidad”, sin ninguna prueba aportada en su contra. La sentencia fue ratificada el 13 de noviembre pasado por la Cámara Federal de Casación Penal, integrada por la misma calaña de gente, acostumbrada a visitar la Quinta de Olivos y jugar al tenis, al fútbol o al sapo con representantes del Poder Ejecutivo que son adictos a los intereses de los grandes grupos económicos. 


Ahora está en manos de la Corte Suprema de (in)Justicia resolver la libertad de Cristina o consumar su proscripción. Por supuesto, no podemos esperar nada bueno de una banda en la que dos de sus tres miembros aceptaron ser nombrados por decreto y, más recientemente, la totalidad de ellos eligió tomarle la jura, de espaldas al pueblo, al fallido cuarto integrante, también designado por el mismo mecanismo inconstitucional, esta vez por Milei.


El Senado, con una amplia mayoría, ya volteó los pliegos de García Mansilla y Lijo. Pero esta victoria política sobre el creciente autoritarismo del “gobierno libertario” de ninguna manera alcanza para desmantelar la trama que Cristina definió como “mafia judicial” y “Estado paralelo”. Las fuerzas que hoy forman parte del oficialismo, activa o tácitamente, bloquearon el proceso de juicio político impulsado por Unión por la Patria a comienzos del 2023, para sanear y regenerar un tribunal que hoy es el foco de la podredumbre institucional de la Argentina. 




La relación de todo esto con el 13 de abril de 2016 es obvia. Aquel día empezó formalmente la persecución y el intento de proscripción.

Como dijo Cristina aquella histórica jornada: “Ayer escuché a una señora que decía que tenían que inhabilitarme de por vida para ocupar cargos públicos. La proscripción otra vez en la Argentina, ¡qué poco originales!”.


Lo que está en juego hoy es que la Corte, queriendo anotar el último poroto a la ofensiva reaccionaria que sufre nuestra democracia, dictamine el punto final del ciclo, sacando de la cancha a Cristina para que todos los demás dirigentes se ordenen detrás de la estrategia antiargentina que el poder económico lleva adelante por medio de la desquiciada figura del presidente Milei. Recordemos que cada nuevo golpe contra Cristina representa una nueva caída en el salario real de los trabajadores y una peligrosa agudización de la crisis argentina. 


No pudieron hacerlo con la proscripción del peronismo ni con la dictadura genocida, y menos lo harán ahora. Simplemente se abre otra etapa, con otras reglas de juego, con otros objetivos políticos, con otra intensidad. No cambiamos de ideas. Cristina ya señaló los desafíos que tenemos como peronistas: enderezar y ordenar el movimiento para construir una alternativa real a Milei. Y en esa andamos, ladren lo que ladren los demás. Feliz día de la lealtad a Cristina compañeros y compañeras. Que vengan muchos más.