Política

El Papa humanista y ambientalista

‘‘Necesitamos una solidaridad universal nueva’’

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Francisco puso la crisis ambiental y la justicia social en el centro del debate global, gestando un “ambientalismo popular” que enfrenta la “globalización de la indiferencia” y clamó por una solidaridad universal nueva.

por Frente Ambiental de La Cámpora
22 abr 2025

Se nos fue Francisco, el Papa argentino, el que logró nuevamente una Iglesia de rostro humano y pendiente de los humildes. El que, también, usó su lugar en la historia para posicionarse en contra de las injusticias, el líder espiritual que puso hasta último momento a la crisis ambiental y a la justicia social en el centro del debate global.

En el año 2015, a tan solo dos años de ser electo, presentó su segunda Carta Encíclica, la Laudato Si´ sobre el cuidado de la casa común. Con una claridad pocas veces vista, en este texto logra relacionar y transmitir de manera sencilla asuntos complejos que hacen a los problemas estructurales de nuestro tiempo. En menos de 200 páginas, Francisco hace referencia a la cultura del descarte (que descarta también a sectores invisibilizados de nuestra sociedad), a la injusta distribución de los ingresos, a la deuda ecológica, a sus diferencias con las visiones tecnocráticas que sostienen que de la crisis ecológica se sale con más tecnología y sin discutir el modelo de desarrollo, producción y consumo. Habla de contaminación, cambio climático, el clima como un bien común, la cuestión del agua, la pérdida de biodiversidad, el deterioro de la calidad de vida humana, la inequidad planetaria y hasta introduce el concepto de contaminación mental para hacer referencia a cómo se deteriora la profunda riqueza cultural de la humanidad como consecuencia de la irrupción de las nuevas tecnologías al servicio del mercado.

Por si fuera poco, Francisco también se esmeró en construir una tercera posición en materia ambiental evitando caer en lugares comunes que buscan siempre sobresimplificar los análisis. Así, contribuyó a fortalecer una visión que incluya en su seno el impacto de la crisis ambiental sobre los más desprotegidos: 


‘‘(...) hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres’’.

Esto, que nosotros y nosotras llamamos lisa y llanamente Ambientalismo Popular, fue sostenido y militado diariamente por Francisco y profundizado años más tarde en su Exhortación Apostólica Laudate Deum, a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática, publicada en 2023.

Fue un Papa humanista y ambientalista, la síntesis perfecta de que sin justicia ambiental no hay justicia social. Bajo su papado dejó bien en claro que las responsabilidades de la crisis son comunes pero diferenciadas, que los que más contaminan son los que menos sufren las consecuencias: 


“El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales”.

También puso el grito en el cielo en defensa de los pueblos indígenas, saludando al pueblo mapuche en su idioma, el mapudungun, durante su viaje al país vecino de Chile en 2018, o pidiéndoles perdón en su visita a Canadá: ‘‘He llegado hasta aquí para decirles, de todo corazón, que estoy profundamente dolido: pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas.

Sin dudas, Francisco fue uno de esos grandes líderes que quedarán en la historia de la humanidad pero principalmente en la memoria colectiva de los pueblos. Sus reformas sentaron  las bases para una Iglesia más abierta y en diálogo con nuestra época. En un mundo cada vez más complejo y sociedades más fragmentadas, su palabra nos seguirá guiando hacia un horizonte de comunidad y justicia. Nos enseñó que el cuidado del ambiente es el cuidado del prójimo, de ese que la está pasando mal, y que a la apatía generalizada y desmovilizante hay que enfrentarla con esperanza y convicción organizadas: 


‘‘Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Necesitamos una solidaridad universal nueva’’.

Desde La Cámpora vamos a seguir militando el ambientalismo popular de Francisco, combatiendo la globalización de la indiferencia y extendiendo la mano solidaria en búsqueda de un mundo más justo. Gracias Francisco, ya te extrañamos.