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Líder espiritual y político

El Papa de Los Pueblos

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Nos dejó Francisco, el “papa de todos”. Su papado no pasará inadvertido en la historia. Desde la elección del nombre en honor al santo de los pobres -San Francisco de Asís-, su defensa por la justicia social, la paz y el cuidado ambiental, hasta sus profundas transformaciones dentro y fuera de la iglesia católica. Ha partido a la casa del Padre un argentino cuyo legado perdurará en el tiempo.

por Luis María Di Camerana *
21 abr 2025

“¡Qué importante es la pausa en tiempos donde todo es fugaz, donde nada llega a disfrutarse, donde impera la ansiedad y se idolatra el dinero!”, Papa Francisco.


Resulta difícil escribir estas palabras en este momento tan doloroso. Nos deja un hombre que transformó prácticamente todo lo que transitó, cuyo legado para la humanidad entera es trascendental y -no tenemos dudas- perdurará por muchos años.


Como argentino logró ubicarse a la altura de Maradona, del Che, de Juan Perón y Eva Perón: no existe -prácticamente- nadie en el planeta Tierra que no lo conozca. Pero no se hizo conocido teniendo una actitud complaciente con el poder o ubicándose en lugares cómodos de las estructuras eclesiásticas. Muy por el contrario, como todos los argentinos mencionados, el Papa Francisco es mundialmente reconocido porque con su voz, sus encíclicas pero -sobre todo- con su accionar hizo tambalear y vibrar con nueva vida los estamentos existentes.


Su voz, siempre tan serena, invocó a la paz en momentos de guerra; llamó a la solidaridad en tiempos de individualismo extremo; exclamó por el cuidado de la casa común oponiéndose al exterminio de nuestros bosques, ríos, océanos, etc; tendió puentes allí donde imponían muros.





Nacido en 1936 en el barrio porteño de Flores. Hijo de un italiano que escapó del fascismo y de una argentina también hija de inmigrantes italianos, ingresó al seminario en Villa Devoto y al noviciado de la Compañía de Jesús en 1957 y fue ordenado sacerdote en 1969 a los 33 años de edad. Recién en 2001 fue nombrado cardenal por Juan Pablo II. Doce años más tarde se convertiría  en el Santo Padre de la Iglesia Católica.



Su papado no pasará inadvertido en la historia.

Desde la elección del nombre “Francisco” en honor a San Francisco de Asís -el santo de los pobres- a sus inolvidables viajes recorriendo sitios donde nunca antes se había hecho presente el Sumo Pontífice. ¿Cómo olvidar su presencia en la XXVII Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro cuando le dijo a los jóvenes que “hagan lío”? ¿Cómo no recordar cuándo en Bolivia, ante los movimientos sociales, dijo que urgía un “cambio de estructuras"?


En un plano más local, resulta imposible obviar las múltiples cartas del Santo Padre a Milagro Sala quien sigue injustamente detenida; las fotos con Taty Almeyda, Estela de Carlotto y Hebe de Bonafini; y la inolvidable foto del Papa observado la remera de La Cámpora con la sonrisa cómplice de Cristina de fondo. Con cada gesto un mensaje. 


Siendo el primer Papa de orígen jesuita en la historia Francisco encaró profundas transformaciones hacia adentro de la Iglesia Católica. Aplicó la “tolerancia” cero contra la pederastia; realizó una reforma constitucional del Vaticano en la que -entre otras cosas- le otorgó más lugares a los laicos y a las mujeres y degradó a institución del Opus Dei; tomó medidas a favor de la transparencia financiera del Vaticano -creó un Secretariado para la Economía-; promovió el diálogo interreligioso -tal como lo demostró en su visita a Irak en 2021 o su reunión con el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa-; tomó posturas públicas humanistas y a favor de la paz en cada conflicto bélico que existió durante su papado.




Un capítulo aparte merecen sus exhortaciones apostólicas entre las que se destacan “Querida Amazonía” y “Evangelii Gaudium” en la que -entre otras cosas- nos dice: “Los males de nuestro mundo -y los de la Iglesia- no deberían ser excusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor”.


Su legado doctrinario principal, sin embargo, son sus 4 encíclicas: Lumen Fidei, Laudato Si, Frattelli Tutti y Dilexit Nos. Tanto Laudato Si como Fratelli Tutti son textos de fuerte contenido conceptual que invitan a quienes quieran leerlo a reflexionar sobre cuestiones profundas de la vida humana y de la manera que elegimos organizarnos como sociedad global.


En el último encuentro con movimientos populares Francisco ratificó su postura de que “todos los males provienen de la inequidad social”. Remarcó la centralidad de los pobres en el Evangelio argumentando que no fue él sino Jesús el que los pone en el centro y ello resulta “innegociable” e instó a todos los presentes y al mundo entero a “no dejar a nadie tirado”.



Este es el Papa que logró una Iglesia de puertas abiertas, una Iglesia cerca de sus feligreses, que tomó posturas osadas en tiempos difíciles.

Un Papa resistido, muchas veces, en su propia tierra por los sectores que detentan el poder real y por quienes han sido incapaces de ir más allá de sus miradas progresistas personales y reconocer la magnitud de su voz en temas vitales como la migración, el cuidado de la casa común y el combate a la pobreza desde las propias estructuras económicas.


El Papa que en tiempos de inmediatez y de individualismo exacerbado nos invitó e invita a construir un mundo en el que la escucha y la pausa sean pilares de nuestra sociedad. Su valentía y osadía, sin dudas, serán guía para millones que no nos vamos a resignar a que la injusticia sea la norma.